martes, 14 de abril de 2009

Dinamizar el mercado de trabajo

En el año 2007 parecía que España había llegado al nivel de los países más adelantados, tras haber superado en renta per cápita a Italia –algo que hoy ya hemos perdido- y se acercaba a Francia y Alemania. En abril de 2009, las cifras demuestran que el contraste es dramático, especialmente a lo que se refiere a la peor evolución del desempleo. En menos de un año, hemos visto que las cifras de desempleados han pasado desde niveles inferiores a los dos millones de personas, con tasas de paro en torno al 8%, a una cifra que supera los 3,5 millones y una tasa del 14 %. Esta tendencia va a continuar a lo largo de este año y alcanzaremos los cuatro millones de desempleados y tasas del paro cercanas al 18 %.
No se debe olvidar que en marzo de 2004, cuando el PSOE tomó las riendas del país, el número de personas desempleadas era de 2.181.546, y que en febrero de 2009, nos encontramos con un incremento de más de 1,3 millones de parados. A esta deplorable situación, hay que añadir que en 827.200 hogares todos sus integrantes se encuentran en el paro. Además, se está cebando con las personas con menor nivel de estudios, que cuentan con menor flexibilidad para poder escapar de la situación de desempleo, y entre los jóvenes, muchos de los cuales buscan hoy su primer empleo.
¿Cuál es la causa de la degradación tan intensa del mercado de trabajo en tan poco tiempo? La respuesta se resume en que en los últimos cinco años el Gobierno de Zapatero no ha alimentado con nuevas reformas un modelo que, con el impulso de los Gobiernos de Aznar, permitió la creación de 8 millones más de empleos en poco más de diez años.
El espejismo de 2007 se ha venido abajo estrepitosamente por causas internas –la ausencia de las necesarias reformas− y por una crisis de deuda externa que ha puesto de manifiesto que no hemos sido competitivos. En definitiva, la situación actual es el resultado de la conjunción de la crisis financiera internacional, la crisis del sector inmobiliario, la restricción financiera interna y la pérdida de competitividad de nuestra economía. La salida de esta situación no puede basarse en la improvisación, ni serán útiles parches como el del estímulo del consumo interno con mayor gasto público, ni medidas que fomenten el proteccionismo y la intervención del Estado en la economía.
Lo que se requiere es un plan organizado de actuaciones que incremente la competitividad de la economía española. Las actuaciones que se lleven a cabo tienen que promover la recuperación de la confianza en nuestra economía. Desde el Partido Popular creemos que las medidas necesarias deben moverse en al menos tres direcciones: reformas estructurales, actuaciones fiscales y una amplia reforma del marco de relaciones laborales.
En el primero de los ámbitos mencionados, es esencial impulsar el desarrollo de infraestructuras productivas, así como el estímulo a la implantación de las tecnologías de la información y las comunicaciones en las pequeñas y medianas empresas. Además, es fundamental poder contar con energía barata, por lo que es necesario retomar el debate sobre la energía nuclear.
En cuanto a las reformas fiscales, apostamos por aquellas que reduzcan los costes empresariales, como la supresión del Impuesto de Sociedades y una reducción de las cotizaciones sociales como vía para dinamizar el mercado de trabajo.
En el terreno de las reformas del marco laboral, dada la rigidez que hoy tiene dicho marco en España, parece inevitable que la variable con la que se realiza el ajuste para recuperar la competitividad sea el empleo. Por ejemplo, en España es hoy más fácil despedir trabajadores que bajar salarios, y eso que despedir es ya bastante complicado.
Como consecuencia, se han producido reacciones equivocadas, motivadas por el intento de proponer “parches” a la situación actual. Como ejemplos, citar los planteamientos sindicales que proclaman que “lo importante es proteger a los desempleados”, en lugar de intentar que crezca menos el desempleo; o los planteamientos del Ministerio de Trabajo e Inmigración, que ha señalado que “el problema es el exceso de flexibilidad y la prueba de ello es que ha habido muchos despidos en el último año”, en lugar de entender que la falta de flexibilidad hace que el despido vaya en muchas pequeñas empresas acompañado del cierre del negocio.
Frente a estos planteamientos, hay que sustituir el marco laboral actual por otro más moderno y flexible, comenzando por el sistema vigente de negociación colectiva, que se ha convertido en una máquina de destrucción de empleo y, al mismo tiempo, es necesario cambiar las relaciones laborales en el seno de las empresas, muy afectadas por cuestiones de tipo burocrático, en la línea del intervencionismo de la Administración.
Dolors López Aguilar
Presidenta del PP de Lleida